Agua fresca 1

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Si te encanta hacer tus propias “pociones”, esta receta de agua fresca es ligera, baja en calorías y sobre todo, llena de antioxidantes que te ayudarán a pelear contra los radicales libres. Simplemente agrega media cucharada de chía en un vaso de agua, unas gotitas de miel o agave, exprime un limón ¡y listo! Disfrútala fría y de inmediato para evitar que la chía se espese. Ideal para esas mañanas donde necesites energía extra.
Germinado de chía 2

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Los brotes o germinados son fáciles de digerir además de darle un toque crujiente y distinto a cualquier plato. Sólo espera que germine (¿te acuerdas del Chia Pet? ¡Esos precisamente son!) y agrégalo a tus sándwiches favoritos o ensaladas.
Pudines 3

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Quizás el uso más conocido y comercializado de la chía… y la verdad ¡es facilísimo y económico de hacer! Gracias a su alto contenido de fibra y proteína, las semillas de chía absorben su peso en agua convirtiéndose en un gel súper espeso. Aprovecha esta ventaja mezclando la chía con leche, leche de almendras, jugo de frutas y hasta aguas frescas para crear tu propio pudín. Añade frutas, nueces… ¡lo que quieras! Verás que resulta un postre delicioso y que te mantendrá llena por varias horas.
Galletas 4

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No creerás lo sencillo que es incluir la chía en las golosinas favoritas de tus niños. Cada vez que le hago un “treat” a mi bebé, como unas galletas de chocolate, me aseguro de agregarle un par de cucharadas de semillas de chía para aprovechar sus beneficios. Que aquí entre nos, es perfecta para unos huesos y dientes más fuertes si no consumes lácteos.
Pan casero 5

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De vez en cuando me gusta hacer mis propios panes en casa. No es difícil y aunque toma un tiempo “agarrarle el truco”, verás que es económico y más sano que cualquier pan comercial. Ahí es cuando aprovecho para agregarle semillas de chía a la mezcla (además de las típicas semillas de ajonjolí) ya que ayuda a balancear los carbohidratos. Asegúrate de echárselas justo antes de meter el pan al horno, de lo contrario la chía absorberá la mezcla.